No pocas veces hemos escuchado a personas, auténticamente emocionadas, contarnos sobre el maravilloso giro de 360 grados que ha dado su vida con algún acontecimiento, el que sea. Se entiende el punto, fue un gran giro, el “más grande”, el de 360. Aunque desde la perspectiva de la geometría un giro de 360 grados resulta equivalente a uno de 0 grados o, lo que es igual, que el resultado le ha dejado en la misma posición original.
Y si a esas vamos, ¿por qué te emocionas si estás igual que antes? Sería la pregunta inmediata.
La verdad es que es un tema de interpretación, puesto que no es lo mismo haber dado una vuelta completa que no moverse en absoluto, aún cuando la posición final sea aparentemente la misma.
Para evitar ese “desperfecto” de quedar igual, es que normalmente recurrimos a la expresión “dar un giro de 180°” para referirnos a giros tan radicales que nos dejan mirando en la dirección opuesta. Aquí aplica también aquella frase tomada de la geometría para referir a los extremos: “diametralmente opuestos”.
Todo esto está muy bien, tiene mucho encanto dar un giro radical a la vida, una media vuelta llena de dramatismo que nos permite creer que nos hemos renovado por completo. Sin embargo, es muy complicado llevar ese tipo de cambios a la práctica cotidiana de forma ágil y funcional.
Todos nosotros somos el resultado de un montón de costumbres, hábitos y otros tantos “softwares” mentales que no pueden solo desaparecer todos de un día para otro. Se tiene que realizar un trabajo más lento, desinstalando unos, actualizando otros, sobre escribiendo algunos más.
Por eso es que, volviendo al tema de los grados, en esta ocasión te quiero invitar a poner atención sobre la importancia de los pequeños giros, esos que no son tan radicales como uno de 180°, pero que tienen igualmente un enorme poder.
En la siguiente imagen tenemos un ejemplo de un giro de alrededor de 90° que le sirvió a este árbol para seguir con vida, buscar la luz arriba de las copas y, quizá principalmente, no terminar rompiéndose el tronco por la mala dirección que mantenía. ¿Cuántas veces no se han visto vidas así?
Pero pensemos en 1°. Generalmente se desprecia el cambio que apenas un giro de 1° podría generar. 1° y nada es casi lo mismo. Sí, claro, cerca del punto de rotación, pero si nos alejamos, es decir, en el largo plazo, el efecto comienza a notarse y podría seguir notándose. ¿Por qué subestimar entonces a los pequeños cambios?
Algunas personas dirán “es que ya tengo 99 años, no me queda vida para ver un cambio a largo plazo”. Y es altamente probable que así sea. Pero ¿qué pasaría si aplicáramos en nuestra vida un giro de 1° cada semana? En un año habríamos alcanzado a girar 52° y eso sí que sería un gran cambio para nuestro último año de vida (suponiendo, muy hipotéticamente, que todos viviéramos hasta los 100 años por regla general).
Pero es muy probable que tú que me lees tengas más de un año de vida por delante, así que imagínate la de cantidad de cambios y mejoras que podrías hacer simplemente elevando tu nivel en un grado cada semana.
Pienso que el secreto podría ser una mezcla entre constancia y perseverancia. Habrá que ir analizando el tema.
Con cariño,
∞ Miss Pili ∞